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Verónica Rucks, viajera incansable

Verónica Rucks está a la cabeza de Mia Bistro, emprendimiento creado en Punta del Este junto a su marido Emanuel Kostarinov. Luego de una extensa trayectoria de viajes a lo largo de su vida, Verónica integra en este emprendimiento los sabores, conocimientos y experiencias que ha ido acumulando en todos los destinos que ha visitado. Hoy ofrece una propuesta con vista al mar, en la que los comensales pueden disfrutar de una cocina de autor y de estación. Además, se dedica a desarrollar catering para eventos de manera personalizada, en lo que denomina como una forma de salir de la rutina diaria.

Si vamos a los orígenes de su cocina, Verónica reconoce a su madre como una gran fuente de inspiración. Su tesón y energía para impresionar a sus invitados (generalmente diplomáticos) y el poder de la reunión era lo que los unía cada fin de semana. Su casa era la favorita y a su madre eso la presionaba para ser cada vez mejor. Así se siente ella hoy en día. Algunos recuerdos reafirman esta idea, por ejemplo, cuando una vez pasó unas seis horas haciendo ñoquis caseros para que luego entre 12 comensales los devoraran en tan solo segundos. Pero allí la recompensa estaba en las miradas cómplices por el trabajo bien ejecutado.

Después de separarse de sus padres a los 17 años, pero con el disfrute y placer del comer y el beber arraigado, inició a modo de hobby todo aquello relacionado a curso de cocina thai, japonesa y creativa. Desde entonces no ha parado de leer libros de gastronomía de todo el mundo.

Su primer restaurante fue vegetariano, en Guatemala, pero duró poco porque cuando viajó a Uruguay el siguiente verano, su padre la miró con sus característicos ojos verdes y ahí entendió que no le gustaba el prototipo de ese proyecto. Luego fue la dueña de Two to tango, también en Guatemala y más tarde se instaló en El Salvador, hasta que se vino para Uruguay con su marido, con quien conforma una pareja muy viajera.

Rucks se desempeña actualmente como chef ejecutiva de Mia Bistro. Se encarga de de las compras, de la producción, las cartas de cada temporada y le gusta que su equipo realice su tarea con cariño. A sus ayudantes siempre les dice –con humor– que deben cocinar como para el amante y no para el marido (o la versión femenina si corresponde). En este sentido, le parece fundamental ponerle el toque final a todos los platos por sencillos que sean.

Su plato favorito solo lo puede comer en algunos lugares ya que su preparación es muy específica. Se trata de los stone crabs, muy apreciados por Verónica ya que no se sacrifica al crustáceo y luego de seis meses de vida le vuelve a crecer una nueva tenaza. Para reemplazar esta especialidad por algo que pueda degustar casi todos los días su favorito es el salmón, debido a su versatilidad que le permite por ejemplo, presentarlo en su carta con cuatro técnicas diferentes. Además le llega fresco dos veces por semana, lo que lo hace imbatible en calidad y sabor.

Sobre ingredientes que no pueden faltar jamás en su cocina, Verónica comenta que un buen aceite de oliva es imprescindible. Utiliza día a día uno que elabora Garzón especialmente para ella. Por otra parte le gusta contar siempre con todas las hierbas naturales de la zona y con el caviar. El BRC (black river caviar) uruguayo es uno de los diez mejores del mundo y aunque no es uno de los productos más salidores en su carta, es para ella un honor tenerlo en su cocina y aprovechar para probarlo un poquito cada vez que sale una “Sexy Pizza”.

El año próximo Mia Resto cumple quince años en Punta del Este y la idea es celebrarlo con un proyecto muy moderno encabezado por su hijo, que apunta a las nuevas generaciones. El plan es lanzar al público este emprendimiento en la fiesta de aniversario.

Verónica ama lo que hace aunque reconoce cuán duro es trabajar en los ritmos de temporada, razón por la cual disfruta mucho de tener abierto el restaurante durante el resto del año. Además se siente agradecida por tener una hermosa familia que goza el arte del comer y la ayuda a convertirlo en algo sagrado que los une en cuerpo y alma.

Fotos: Manuel Mendoza

 

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