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Lyon, todo lo mejor está allí / por Mercedes de Castro

La ciudad de Lyon en Francia se alza hermosa en la confluencia de los ríos Ródano y Saona, a dos horas de tren del centro de París. Está ciudad tiene muchas razones para su visita. Tiene un aire que se le parece a la capital, por sus ríos, sus muelles, puentes, plazas. Dentro convive una ciudad universitaria que es la segunda de Francia.

De pasado romano, medieval y renacentista sobresaliente y visitando los anfiteatros, la catedral, el museo de Bellas Artes, segundo en importancia de colección después del Louvre, podría ser ya un buen plan.

En mi visita, que fue un poco precipitada, ya que mi destino era Amsterdam, y debido a los  atentados de Bélgica en Marzo pasado cambié el rumbo de mi viaje.

Quedé encantada entre otras cosas, por la misteriosa arquitectura de los Traboule, o pasadizos por donde se accede a ellos por la entrada de un edificio y se puede salir por la otra manzana sin pisar la calle! Son Monumentos habitados por ciudadanos, que permiten la entrada al público a cambio de beneficios municipales. La ciudad ilumina más de 200 lugares, monumentos, puentes, edificios, organiza festivales de luz anualmente en su honor. Pasear de noche por Lyon es sorprendente.

Lyon fue un punto importante en la ruta de la seda y orgullosa de su historia abre las puertas de talleres que conservan a la perfección toda la maquinaria que obra el minucioso hilado del capullo.

La ciudad rinde homenaje a sus hijos destacados, como los hermanos Lumiere que crearon, inventaron, patentaron sinnúmero de objetos. El Museo que está en la propia casa dónde vivió toda la familia de ambos hermanos, en un predio contiguo a la fábrica de vidrios fotosensibles. Sólo la visita a este museo vale la ida a Lyon. La invención de la fotografía, el cine, y el testimonio del talento de estos caballeros, es removedor.

Y si hablamos de gastronomía, es un motivo de peso propio para ir y descubrir y disfrutar todo lo que ofrece.

La tradición y orgullo de la ciudad pasa por la cocina. El bouchon, es el típico restaurante lyonesse, difícil de encasillar en una definición, quizás sería entre brasserie y bistrot. Los hay por toda la ciudad, y también hay calles dónde se alinean uno junto al otro. El turismo interno es la mayoría en estos lugares. Hay muchos de estos restaurantes de carta corta, pero ofrecen platos típicos como la quenelle de pescado, o el arrollado de masa brioche relleno con la salchicha lionesa.

Sentarse frente a una botella de vino Beaujolais o del Cote su Rhone, embotellado en la casa a la vista del cliente, y otra de agua, pan baguette, manteca pomada, servilletas y vajilla de calidad sobre mesa cuadrada de mármol fue perfecto.

Paul Bocuse es el gran cocinero de Lyon y marca con su nombre y su trayectoria, a la ciudad entera. Su restaurante tiene una lista de espera, desesperantemente larga y el arte de la hospitalidad y la hostelería son junto con la gastronomía, un emblema con el sello Bocuse.

Su Instituto de Alta Cocina, está ubicado en un edificio elegante en una esquina que mira a la plaza céntrica de Bellecoeur, y su sede el antiguo Hotel «Le Royal» de exquisito gusto en su decoración, alberga un restaurante donde los jóvenes alumnos aprenden cocinando en una cocina abierta al público y con precios accesibles.

El mercado que también lleva su nombre es un edificio de fácil acceso y moderno. El despliegue de calidad de los productos, es impactante.

Ya sea fois gras, quesos, embutidos, chocolatería, pastelería, panadería, conservas, especies, ostras, todo es impecablemente expuesto, se puede consumir en el lugar o comprar para llevar. Me quedé con el puesto de quesos donde el maestro quesero me sirvió una degustación de quesos blandos y pan horneado, con una copa de Champagne. ¿Qué más puedo pedir?

 

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